Confieso que cuando era pequeña me sentía muy débil y marginada.
Ellas me rechazaban y ellos me insultaban.
Ellas se reían y ellos se alegraban.
Confieso que llegué a sentir miedo y los días en ese infierno me derrumbaban por dentro.
Pero ella no era igual que todas ellas, ella me siguió cuando yo en el recreo me alejaba de ese grupo de niñas que no me aceptaban.
Pero ella prefirió estar conmigo, tener solo a una amiga, y no estar en ese grupo de niñas que jugaban y se reían.
Confieso que me he pegado muchas veces, que he hecho mucho daño, e incluso he visto la sangre de quien me pegaba, pero juro que nunca levante la mano a quien no se lo merecía, que nunca comencé esas peleas odiosas en los recreos de colegio.
Confieso que me he sentido terriblemente mal por mi aspecto, por ser un poco más ancha que las demás.
Ellas sonreirán al ver que me afectaba, y fue entonces cuando decidí no mostrar mis sentimientos.
Ellos se reían cuando corría o caminaba, y fue entonces cuando entendí que era mi cuerpo lo que no encajaba.
Ellas y ellos me insultaban y se divertían, pero yo ya no mostraba que me dolía, me gane el respeto siendo fuerte, me gane el respeto luchando en una guerra de peleas, de insultos, de gritos, y de lagrimas que solamente mi almohada las sentía, ella era la única que sabía que me dolía y que realmente no me lo merecía.
Confieso que a lo largo de los años cambie, ahora no dejo que nadie me mire mal, no permito que me insulten, y tampoco que toquen mi cuerpo para causarme dolor externo.
Ellas ahora saben que yo no soy la misma, y que si juegan conmigo se pueden quemar.
Ellos ahora me miran diferente a pesar que nunca comprenderán que no soy la misma.
Confieso que hace tiempo mi físico cambio y fue para mejor, ahora mis piernas no se rozan tanto como antes, ahora mi barriga es llana y no se mueve tanto, ahora mi cara es más fina y no es tan redonda como cuando era pequeña.
Pero juro que nunca adelgace para gustar a los demás o para destacar en esta sociedad, simplemente adelgacé por mí, para verme bien. Para gustarme, y por mi salud.
Y hoy soy quien soy por mi pasado, soy quien soy por el tiempo que perdí llorando o en deprimirme, soy quien soy por las peleas e insultos que mataron mi inocencia cuando solo era una niña indefensa.
Corazón de Papel.